Minimalismo









Me venía picando el bichito de hacer cajitas con mi estilo...








Supongo que no aguanté mucho más y bajo (sobre, definitivamente sobre) la excusa de hacer nuestro paseo preferido con mamá la convencí de ir al Puerto de Frutos (Tigre, Buenos Aires). Fuimos un jueves o un viernes (no pudo haber sido en otro día de la semana porque son nuestros días preferidos para este programa) de Octubre del 2008 a comprar las formas que quería pintar.





Ese día escribí:



Cuando se va al puerto de frutos... es inevitable pensar... "What if...?" … pudiese comprar todas las cosas que quisiera de los locales de decoración que hoy visten a las viejas dársenas donde anteriormente se guardaban frutos y maderos para su comercialización?






¿Quién sabe? En una de esas esta alfombra peluda de oveja blanquita, suave y mullida nos vendría perfecta de salida de cama. O esos armarios tipo baúl antiguo barnizados con colores roídos y rojizos secretos que te hacían indagar si en alguno de sus viajes por el mundo, antes de llegar a este velorio de sus travesuras donde solo les quedaba esperar a ser vendidos para decorar estáticamente una casa y nunca más viajar, habrían pasado quizás por arabia, o se habrían perdido en áfrica sobre un camello apático, habrían sido trasbordados de barco en barco por frías manos de marineros, quizás rozados por algún pirata o usados para guardar las suntuosas telas de alguna joven rica... Imposible parar de preguntarles con la mirada a esos baúles tantas cosas, imposible parar de escuchar posibles aventuras por respuesta…







¿Y qué hay de esas super hamacas paraguayas? Las adoro. Blancas o rayadas. Como los veranos que pasaba con mi par de pies descalzos sobre la tierra oscura, húmeda y fresca (producto de las palmeras que protegían a la casa de la playa). Recuerdo mirar el gran suceso de papá soñar en su hamaca paraguaya desde una altura no muy alejada a la de esa tierra... Los pies le colgaban y siempre me preguntaba si cuando yo tuviese los suficientes centímetros para llegar a ella mis pies colgarían como los de papá. Porque él decía que la hamaca le daba "Un sueeeeñoooo...." y yo quería llegar a soñar hasta desaparecer como él y tan solo dejar en la realidad mi par de pies colgando cerquita de mis sueños por si las dudas tuviese que volver rápido para la merienda o el paseo a la heladería.





Hay, y esos dos locales para personas de 4 mts de alto y 2 mts de diámetro de cadera donde se venden muebles tan grandes que parecían traídos de Hungría. ¿Qué personas peludas, abrigadas y enormes se habrían sentado ahí? Entonces pensaba que la casa de Achu (mi mejor amiga de peque) estaba (y aún lo ésta) hecha de esos muebles y todo era tan ancestral y difícil de abarcar por nuestros bracitos, que no podía decidirme en cuántas Joses necesitaba para abrazar a un húngaro... Quizás dos si era un húngaro de mi edad...




Bueno, volviendo volviendo, disculpas.




Compré alta cantidad de formas cerradas ya preparadas en madera balsa, almorzamos esas papas a caballo con cervecita en el lugar de siempre, chusmeamos las cosas que nos actualizamos cada día con mi querida "Mucha" (de ma-mucha), dimos vueltas por los locales chusmeando cómo sería la casa en la que todo eso milagrosamente cabería, en la que ella pondría esas tazas que le gustaban y yo le elegiría los muebles según su utilidad. Subimos al auto y volvimos a casa comentando cada una de esas cosas. Imaginábamos incrédulamente que ya eran nuestras y que tan solo faltaba ubicarlas, pero a la vez jugábamos siempre hasta el final, nuestro final, uno raro, en el que kilómetro a kilómetro en la medida en que cada cosa encontraba su lugar indicado en la casa imaginaria los elementos se iban flotando por las ventanas del auto, libres de tener un lugar, y así metro a metro íbamos dejándolas ir, olvidándolas, hasta olvidarlas a todas.







Volvimos a casa y esa misma noche ya estaba produciendo. ¿Cuántas hice? ¿Y cuántas vendí? Ni idea la verdad... Si lo busco en mi cuaderno de gastos y materiales lo encuentro...





Cubos minis y medianos.


Porta retratos medianos y grandes.


Cajas cilíndricas medianas y gigantes.


Porta barajas que volaron al toque.



Y cajas con diferentes compartimentos




Algunos formatos únicos




... Y creo que nada más.







Produje todo en Octubre-Noviembre, y lo vendí en Diciembre-Enero.









La producción fue intencionalmente chica porque sabía que no iba a tener mucho más tiempo para ocuparme de esto. Fue una buena aplicación de los automatismos que me gustaría en un fututo volver a desarrollar de manera menos artesanal y más masiva.